Cuando vi por primera vez esta encina del Valle de Alcudia tenía el aspecto impresionante de la foto de arriba. Mariví conocía a los guardeses de la finca, había sido la seño de su hijo, y ellos nos acercaron con cuidado, había toros bravos, hasta este inmenso ser donde nos dijeron había cobijo para 1.500 ovejas. Ellas habían conseguido, comiendo, la línea recta de la parte inferior de la copa.
No había sido podada nunca y tenía la forma pura que le había dado la naturaleza. Bajo su sombra de unos 800 metros cuadrados, uno entendía que Plinio pensara que el primer templo fue un árbol.
Mariví me cuenta que su aspecto actual nada tiene que ver con aquel y me entristece (he bajado otra foto de internet). Ahora está podada y alguna gran rama protegida con cemento.
La encina de las Mil Ovejas ya estaba hace más de mil años. Nos da una idea de cómo era nuestra tierra cuando el hombre simplemente pasaba por allí, sin pensar en cómo conseguir dinero de todo lo que le rodea.
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