viernes, 31 de julio de 2015
el ejército popular de bernie sanders
En todo el país, activistas de izquierda y veteranos del movimiento Occupy se están organizando para para apoyar a Bernie Sanders, el socialista de Vermont que podría derrocar a Hillary. La desventaja en los fondos recaudados (Sanders unos $ 15.2 millones este trimestre, mientras que Hillary Clinton recaudó más de tres veces esa cifra) puede suplirse por su experiencia en la organización popular. Esto no es una casualidad; algunos de los voluntarios pro-Bernie más tenaces son ex-alumnos del movimiento Occupy, donde perfeccionaron sus habilidades activistas.
Después de Occupy, la gente se involucró en sus comunidades y amplió sus habilidades y sus redes, y ahora están revisando una nueva campaña con renovado interés en la política electoral porque el candidato está hablando el lenguaje de sus problemas, dijo Katherine Brezler, una maestra de escuela de Yonkers y organizadora digital nacional en Gente por Bernie. Aquí se incluyen movimientos feministas, de afroamericanos y trabajadores y otros grupos (los Deadheads para la página Bernie Facebook tenían 1.308 me gusta a la hora del cierre) que disfrutan su independencia de la campaña oficial.
Winnie Wong, un co-fundador de Gente por Bernie, dijo que los próximos dos meses son clave para sus esfuerzos, y que las multitudes y los voluntarios que Sanders ha atraído significa que sus perspectivas presidenciales probablemente están siendo subestimados por los medios de comunicación política. Esto no tiene precedentes, esto es increíble, dijo. ¿Y qué pasará después? creo que será histórico.
jueves, 30 de julio de 2015
miércoles, 29 de julio de 2015
cuadernistas XXXVIII
Santi Sallés |
Sílvia Xicola |
Olivier Martin |
Toni Rodríguez |
Juan Linares |
Amèlia Mateos |
Francesc Muñoz |
Michel Longuet |
Terri Nelson |
Tomàs Font |
Joao Raimundo |
Eduardo Rubio |
William Edmonds |
Daniel Castro |
Cristina Curto |
Pedro Espinosa |
Lluis Bruguera |
Veronica Lawlor |
Kumi Matsukawa |
José Manuel Castanheira |
Fernando Halcón |
Zoraida de Torres |
Joan Ramon Farré Burzuri |
Fanny Blanc |
Lara y Arend Smith |
Julen Ribas |
martes, 28 de julio de 2015
el comercial cierra
Después de tantos años de actividad nos dirigimos a nuestros clientes para comunicaros nuestro cierre. ¡Gracias!
¡Qué poca importancia le dan a esta catástrofe!
Una pena que ayer se cerrase mi café favorito de Madrid.
Una pena que ayer se cerrase mi café favorito de Madrid.
lunes, 27 de julio de 2015
cuadernos de roma
Un recuerdo del vídeo presentación de la expo Roma en el bolsillo, que se hizo en el Museo del Prado entre 2013 y 2014.
sábado, 25 de julio de 2015
religión del que camina
No tengo ninguna religión especial esta mañana. Mi Dios es el Dios de los caminantes. Si caminas lo suficiente, es probable que no necesites a ningún otro dios. En la Patagonia, de Bruce Chatwin
jueves, 23 de julio de 2015
una cabeza amueblada con cuadernos
Reconozco en mí una gran carga genética de despiste, esa que claramente lucía en la familia de mi madre, aquella gente buena de San Carlos que siempre tenía la cabeza en otra parte. Y ese estar en otra parte y no aquí creo que es culpable en gran medida de que deje las llaves del coche en la nevera, al perro y la bici olvidados en cualquier parte, las gafas entre la fruta, los papeles de hacienda en los álbumes de fotos y un largo etcétera. La cosa parece graciosa, y lo fuera si no supusiese tanto esfuerzo y sufrimiento, tanto picoteo contra la autoestima que, según los sicólogos de hoy día, hay que mantener elevada.
La cosa consiste en que el más mínimo estímulo de la vida real enciende un engranaje en el coco que hace construir un mundo nuevo que se va autopropulsando y dejando nuevos espacios y caminos a nuevos estímulos. Es un bullicio constante que a veces cansa, pero que también hace más llevadera la vida, la dura, la real, esa que iba en serio. Esta continuada levitación nos aparta de tal forma que a la hora de aterrizar, hemos perdido los automatismos del camino, el que va sobre la tierra.
¿Dónde están las cosas que necesitamos para poder vivir?
Mi abuelo Juan se hizo construir una especie de archivo-sinfonier con un montón de cajones en cuyos frontales había una letra distinta del abecedario, y tres pequeños cajones, que se abrían con un mecanismo secreto, para las cosas y papeles más íntimos. Mi madre, con la cabeza mucho más allá aún que su padre, lo usaba para guardar cartas de correo, baraja española y póker en la c, llaves de cerraduras desconocidas en la l y otros muchos pequeños objetos de la vida cotidiana para los que había que buscar distintos sinónimos para averiguar su cajón paradero. Yo ahora tengo mi estudio lleno de viejos archivos, con puertas como los apartados de correos, donde unas pegatinas describen su interior: herramientas de trabajo, herramientas de dibujo, fotos, carteles enrollados, pinturas, recortes, muñecos de plástico, chapas, paquetes de tabaco y cajas de cerillas, dibujos, papeles de hacienda, historiales médicos, postales, cartas...
Pero ¿y todo ese mundo imaginario? ¿Y todas esas conexiones con la realidad?
A pesar de que el alarmante aumento de población de los autollamados sketchers estén reduciendo su uso como simple soporte de dibujos del natural, yo reivindico aquí el uso de los cuadernos como archivo para desmemoriados, para todos los anti Funes. En él caben números y letras, dibujos esquemáticos y artísticos, buenos y malos, da igual, recortes de revistas y periódicos, poesías en verso o prosa, etiquetas de naranjas, melones, kiwis y de cerveza, fotos, azucarillos, apuntes de ideas, planos, tarjetas de visita, garabatos mientras hablamos por teléfono, sueños que recordamos en el momento en que despertamos súbitamente, frases leídas en algún libro, conversaciones callejeras, palabras extrañas, vivas y muertas. En fin: todas aquellas cosas que apuntamos en papelillos, sobres de correos o servilletas, o que nos echamos al bolsillo para nunca volver a ver.
Es muy fácil, porque los cuadernos pueden colocarse en una estantería del mismo modo que nuestros libros y discos, y en el canto podemos escribir su contenido. Cronológicamente podemos colocar diarios, agendas de trabajo y viajes; y alfabéticamente otros contenidos. Los diarios, gráficos o escritos, y viajes acaban en sí mismos, son cuadernos completos. Los de contenidos distintos, temáticos por llamarlos de alguna forma, están abiertos hasta que físicamente se acaban, o el proyecto se da por concluido. Si queremos recurrir a ellos, ahí están, con sus códigos para acceder fácilmente. Digamos que hemos construido una enciclopedia personal.
Beni me dice que el que no tiene cabeza ha de tener pies. Yo le digo que basta con un buen secretario, y, si no hay presupuesto, bastan las manos, y unos cuantos cuadernos.
La cosa consiste en que el más mínimo estímulo de la vida real enciende un engranaje en el coco que hace construir un mundo nuevo que se va autopropulsando y dejando nuevos espacios y caminos a nuevos estímulos. Es un bullicio constante que a veces cansa, pero que también hace más llevadera la vida, la dura, la real, esa que iba en serio. Esta continuada levitación nos aparta de tal forma que a la hora de aterrizar, hemos perdido los automatismos del camino, el que va sobre la tierra.
¿Dónde están las cosas que necesitamos para poder vivir?
Mi abuelo Juan se hizo construir una especie de archivo-sinfonier con un montón de cajones en cuyos frontales había una letra distinta del abecedario, y tres pequeños cajones, que se abrían con un mecanismo secreto, para las cosas y papeles más íntimos. Mi madre, con la cabeza mucho más allá aún que su padre, lo usaba para guardar cartas de correo, baraja española y póker en la c, llaves de cerraduras desconocidas en la l y otros muchos pequeños objetos de la vida cotidiana para los que había que buscar distintos sinónimos para averiguar su cajón paradero. Yo ahora tengo mi estudio lleno de viejos archivos, con puertas como los apartados de correos, donde unas pegatinas describen su interior: herramientas de trabajo, herramientas de dibujo, fotos, carteles enrollados, pinturas, recortes, muñecos de plástico, chapas, paquetes de tabaco y cajas de cerillas, dibujos, papeles de hacienda, historiales médicos, postales, cartas...
Pero ¿y todo ese mundo imaginario? ¿Y todas esas conexiones con la realidad?
A pesar de que el alarmante aumento de población de los autollamados sketchers estén reduciendo su uso como simple soporte de dibujos del natural, yo reivindico aquí el uso de los cuadernos como archivo para desmemoriados, para todos los anti Funes. En él caben números y letras, dibujos esquemáticos y artísticos, buenos y malos, da igual, recortes de revistas y periódicos, poesías en verso o prosa, etiquetas de naranjas, melones, kiwis y de cerveza, fotos, azucarillos, apuntes de ideas, planos, tarjetas de visita, garabatos mientras hablamos por teléfono, sueños que recordamos en el momento en que despertamos súbitamente, frases leídas en algún libro, conversaciones callejeras, palabras extrañas, vivas y muertas. En fin: todas aquellas cosas que apuntamos en papelillos, sobres de correos o servilletas, o que nos echamos al bolsillo para nunca volver a ver.
Es muy fácil, porque los cuadernos pueden colocarse en una estantería del mismo modo que nuestros libros y discos, y en el canto podemos escribir su contenido. Cronológicamente podemos colocar diarios, agendas de trabajo y viajes; y alfabéticamente otros contenidos. Los diarios, gráficos o escritos, y viajes acaban en sí mismos, son cuadernos completos. Los de contenidos distintos, temáticos por llamarlos de alguna forma, están abiertos hasta que físicamente se acaban, o el proyecto se da por concluido. Si queremos recurrir a ellos, ahí están, con sus códigos para acceder fácilmente. Digamos que hemos construido una enciclopedia personal.
Beni me dice que el que no tiene cabeza ha de tener pies. Yo le digo que basta con un buen secretario, y, si no hay presupuesto, bastan las manos, y unos cuantos cuadernos.
miércoles, 22 de julio de 2015
viaje a tokio de pierre amoudry
Este francés que cumplirá 35 años a finales del presente, afincado en Barcelona, donde trabaja en un taller colectivo con Maín, es un gran viajero, desde su primera gran aventura con dos amigos músicos por Europa del Este y el Oeste de África.
Sus viajes son la fuente de sus dibujos, pinturas y cómics. Sus últimos cuadernos dan cuenta de sus disfrutes y avatares por Argentina, Madrid, Berlín, Tokio y Cuba. En ellos incluye los sucesos y pruebas testimoniales como en un puzzle, a la fresca, sin problemas.
Web y blog