viernes, 20 de marzo de 2020

el genio psicótico de adolf wölfli





Adolf Wölfli nació el 29 de febrero de 1864 en Bowil, comuna suiza del cantón de Berna, y ese mismo año su familia, de la que él era el séptimo y último hijo, decidió trasladarse a la capital. A los siete años, su padre, un albañil alcohólico y criminal, abandonó la familia. Permaneció con su madre, lavandera, hasta su muerte, dos años después, antes de ser ubicado en familias campesinas donde trabajaría como cabrero y granjero (comida y cama por trabajo). Fue de casa en casa y hospicio en hospicio, siendo sometido a abusos físicos y sexuales. A los 18 años se enamoró de la hija de un granjero, que lo despreció y prohibió la relación. La humillación le hizo entrar en una profunda depresión. Aparecieron extraños comportamientos. Se alistó en el ejército. En 1890, fue encarcelado dos años por intentar abusar de dos adolescentes. Tras otro intento de abuso, al salir de prisión, en 1895 ingresó en el hospital de Waldau, cerca de Berna, donde permaneció hasta su muerte, en 1930. Le diagnosticaron esquizofrenia crónica con elementos paranoicos. Presentaba casi todos los síntomas psicopatológicos propios de la esquizofrenia: asociaciones debilitadas con el mundo exterior, alucinaciones auditivas y visuales, arrebatos de imaginación morbosa, megalomanía, delirios religiosos, manía persecutoria, culpabilidad, autismo, trastornos de la memoria, trastornos afectivos, trastornos lingüísticos, depresión, síntomas catatónicos, demencia y violencia.

Adolf Wölfli comenzó a dibujar, escribir y componer música a la edad de 35 años, en 1899. Era un paciente violento hasta que un psiquiatra le proporcionó un lápiz, esta acción fue determinante, empezó a dibujar de forma espontánea, rellenando papeles y más papeles con muy complejos y sofisticados dibujos. En consecuencia, los doctores decidieron proveerle de dos lápices semanales en caso de buen comportamiento. Gracias a este hecho fortuito, un jornalero semianalfabeto con escasa o nula experiencia del arte, empezó a dibujar espontáneamente, siendo considerado hoy en día como el más grande artista psicótico de la historia, con una obra que engloba unos 25.000 papeles, dibujos y diseños de increíble densidad, que combinan pintura, collages, música y literatura. De hecho, produjo una monumental obra de dibujos, pinturas y partituras para trompeta de papel y voz solista, única en el mundo.

Desgraciadamente, sus primeros dibujos no se conservan, fueron destruidos, los más antiguos datan de 1904. En esta fecha ya tenía un estilo personal plenamente desarrollado, con una técnica magistral. Conforman esta inicial producción artística dibujos agitados y simétricos hechos a lápiz. Estas composiciones muestran un estilo denso, en gran medida abstracto, geométrico y ornamental, en las que ocasionalmente inserta pequeñas figuras y alguna que otra escena. No se trata de formas caóticas ni desquiciadas, sino de obras sumamente ordenadas, a menudo simétricas y llenas de movimiento implícito. Aunque el arte esquizofrénico típico suele caracterizarse por fórmulas confusas, resueltas de forma caótica, llenas de formas desordenadas, orientadas en todas direcciones y cubiertas de escritura, el genio artístico de Wölfli le lleva a imponer orden en el caos.



Es uno de los más significativos y el primer psicótico que recibió el calificativo de artista, siendo estudiado como tal por el doctor Walter Morgenthaler el año 1921. Morgenthaler escribió este año su monografía Ein Geisteskranker als Kunstler (“Un enfermo mental como artista”), obra que significó la presentación de Wölfli ante el establish mental-artístico. Por primera vez, la producción artística de un artista esquizofrénico se valoró como tal. Por su parte, el crítico de arte John MacGregor considera que el mundo alternativo creado por Wölfli es uno de los más elaborados, extraños y, sin embargo, más coherentes, que haya creado una sola persona. Nos suministra una visión clara e impresionante del funcionamiento de una mente al límite.


En 1975, 45 años después de su muerte, su ingente producción artística, no sólo la autobiografía sino también unos 800 dibujos en hojas sueltas, pasaron de la clínica psiquiátrica Waldau al Kunstmuseum de Berna. Su obra completa fue publicada en 1985 con comentarios de Dieter Schwarz y Elza Spoerri. Esta última se pasó más de veinte años intentando descifrar, transcribir y traducir la magna obra de Wölfli.

André Breton coleccionó algunos de sus dibujos y elogió encendidamente el trabajo de Wölfli atribuyéndole la producción de “una de las tres o cuatro obras de conjunto más importantes del siglo XX”. Gladus Nilsson y Jim Nutt, artistas estadounidenses que formaron parte del grupo Hairy Who, que acumularon una de las colecciones más extensas de arte folclórico y marginal de Chicago, también se fijaron y coleccionaron sus obras. Jean Dubuffet lo incluyó en su “Colección de Art Brut” y le llama “el gran Wölfli”. Jean Tinguely, Jonathan Borofsky, Arnulf Rainer y Annette Messager, son sólo algunos de los artistas que dicen que Wölfli influido en su trabajo. Sus textos han inspirados a poetas tan famosos como Rainer Maria Rilke. Varios músicos experimentales se han sentido fascinados por Wölfli, tal es el caso de Wolfman Rhin, Terry Riley o Graeme Revell. Por su parte Per Norgard modificó totalmente su estilo después de contemplar la exposición de Wolfi, llegando a componer una ópera inspirada en la vida de este artista que tituló “El Circ Diví”. En 1972 la obra de Wölfli fue expuesta en la Documenta 5, y desde entonces se ha mostrado por toda Europa y Estados Unidos.

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