lunes, 18 de noviembre de 2019

el palacio barolo de buenos aires










Luis Barolo, progresista y poderoso productor agropecuario, llegó a la Argentina en 1890. Fue el primero que trajo máquinas para hilar el algodón y se dedicó a la importación de tejidos. Instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco.

En el centenario de la revolución de Mayo, conoció al arquitecto Mario Palanti (1885-1979), a quien contrató para realizar el proyecto de un edificio que tenía en mente exclusivamente para rentas, pues pensaba, como todos los europeos instalados en Argentina, que Europa acabaría destruida por las guerras. Quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta Dante Alighieri, La Divina Comedia.

Luis Barolo
El terreno elegido para levantar el palacio tenía una superficie de 1365 m2 y un frente de 30,88 metros. Con un total de 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos), 100 metros de altura se hicieron posibles gracias a una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, ya que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida. Se convirtió en el más alto de latinoamérica, y en uno de los más altos del mundo en hormigón armado.

Hasta el punto más alto de la cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 300.000 bujías que lo hacia visible desde Uruguay. Su arquitectura representa un importante intento de conjugar distintas trazas de la tradición arquitectónica europea (por que ante el temor ante la inminente segunda guerra mundial, quería preservar los estilos arquitectónicos europeos) presentes en el neogótico y el neorrománico, con modernas técnicas constructivas a la manera estadounidense y rasgos de carácter rioplatense y sin olvidar que la cúpula esta inspirada en el templo Rajarani Bhubaneshvar (india, del siglo XII), para representar el amor tántrico entre Dante y Beatriche. El Barolo es también un buen ejemplo de las aspiraciones para abrir el camino a una arquitectura nueva, superada de las tensiones a las que había llegado el eclecticismo historicista. Desde el punto de vista urbanístico, es una pieza única que demuestra la posibilidad de aunar creatividad y respeto por el entorno. Y ya a una escala regional, con su casi gemelo, el Palacio Salvo de Montevideo, un monumento mistificador de la civilización rioplatense en su apogeo.

Fue el primer edificio argentino construido con hormigón armado, las escaleras tienen 1410 peldaños revestidos con mármol de Carrara y están decoradas con herrajes, vitrales, lámparas y molduras, mientras que las paredes y columnas fueron cubiertas por granito. La compleja volumetría externa del edificio se articula en basamento, fuste y coronamiento. El motivo central del basamento es el gran pasaje con imponentes portales sobre ambas calles, Avenida de Mayo e Hipólito Irigoyen. El fuste o cuerpo central se resuelve con una colmena de bow-windows terminada por una suerte de mansarda de tres pisos. El coronamiento corresponde a la torre que, insinuada desde planta baja, se desprende de la masa general del edificio para elevarse aislada, y ser rematada por una cúpula donde se vuelcan gran cantidad de recursos formales y simbólicos, conmemorativos de la cima alcanzada y resumen de la imagen del edificio.

Palanti también era un estudioso de la Divina Comedia, y llenó el Palacio con referencias a ella. La planta del edificio está construida en base a la sección áurea y al número de oro. La división general del Palacio y de la Divina Comedia es en tres partes: infierno, purgatorio y cielo. Las nueve bóvedas de acceso representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales; el faro representaba los nueve coros angelicales. Sobre el faro está la constelación de la Cruz del Sur que se ve alineada con el eje de Barolo en los primeros días de junio a las 19:45 horas. La altura del edificio es de 100 metros y 100 son los cantos de la obra de Dante; tiene 22 pisos tantos como estrofas los versos de la Divina Comedia. Los detalles cuidados caracterizan este proyecto: desde las citas personales en latín sobre la obra del Dante en el edificio, hasta la apertura del mismo, llevada a cabo en la fecha del aniversario del poeta. La distribución del edificio está basada en la métrica de la Divina Comedia del Dante. En arquitectura esto se conoce como un Danteun.

En el pasaje central, el palacio cuenta con 9 bóvedas de acceso que representan al infierno: para Dante, este no era un fin teológico, sino el punto de partida en las etapas de iniciación emprendidas para la llegada del paraíso. Las 9 bóvedas se dividen, desde el centro, de la siguiente manera: tres hacia la Avda. de Mayo, tres hacia Hipólito Yrigoyen, la bóveda central se extiende hacia la cúpula, y las que contienen las escaleras hacia los laterales. Cada una de las seis bóvedas transversales, así como las dos laterales, contienen inscripciones en latín, y se pueden distinguir catorce citas que pertenecen en total a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de la Divina Comedia. Algunas de ellas pertenecen a Virgilio, otras a escrituras bíblicas. La letra mata, el espíritu vivifica, y está fundada sobre piedra firme, dan testimonio del sentido espiritual con el que fuera construido el edificio, determinando su carácter y función: un templo laico que promueve las artes liberales. Entre las bóvedas transversales sobre las columnas, se ubican cuatro lámparas sostenidas por cuatro cóndores y dos dragones, un macho y una hembra, que representan los principios alquímicos, el mercurio y el azufre, y sus atributos. La bóveda central se encuentra sobre un punto de bronce en la que se ubicaba, originalmente, una estatua de un cóndor con el cuerpo del Dante elevándolo al paraíso. El actual propietario de la pieza es un coleccionista marplatense que se niega a venderla a los propietarios del edificio. Los pisos superiores y la cúpula simbolizan los siete niveles del purgatorio.

Un generador propio la autoabastecía en energía. En la década del 20, esto lo convertiría en lo que hoy denominaríamos edificio inteligente. Desde entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, dos de los cuales están ocultos. Al llegar la mercadería ingresaba desde los montacargas ubicados en el acceso de lo que hoy es Hipólito Yrigoyen hacia los 2 subsuelos, de 1.500 m2 cada uno. Barolo utilizaba los ascensores ocultos para desplazarse de sus oficinas en planta baja, 1° y 2° piso, hasta los subsuelos evitando el contacto con sus inquilinos, que ocupaban las dependencias a partir del tercer piso.

La construcción finalizó en 1923 siendo bendecida el 7 de julio por el nuncio apostólico
Monseñor Giovanni Beda Cardinali. En planta baja funcionó hasta su desaparición, la agencia de noticias “Saporitti”. En la actualidad es un edificio exclusivamente de oficinas. Gracias a una importante participación de los dueños del edificio, se llevaron a cabo obras de restauración y conservación a fin de que el palacio mantenga el estilo de principio de siglo.

Según su página oficial, todos los días hay visitas guiadas. En nuestra segunda visita a Buenos Aires la hicimos con un técnico de mantenimiento por unos cuantos pesos. Los dibujos de la cabecera pertenecen a mi segundo cuaderno de Argentina.

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