sábado, 30 de noviembre de 2019

diario de madrid: megatón ye-ye y la inquilina


Después del sofocón de ver cerrada mi querida Taberna de Atocha, hablo con Micky, sí el de Los Tonys, en la cafetería del cine Doré. Me cuenta que la canción de Guau, ladrido del perro cuando ladra, que cantábamos de chinorris en casa, surgió de una frase automática de uno de los componentes del grupo. Cuando iban por la carretera a tocar a Barcelona, hicieron una parada logística en mitad del campo. Un perro se les acercó ladrando, y alguien dijo: guau, ladrido del perro cuando ladra. Micky elaboró aquello para hacer luego una canción, que se grabó como cara b de La gallina.

Abajo en el sótano, en la sala B, nos sentamos para ver la película Megatón ye-ye, de 1965, donde Micky hace de alocado moderno al lo beatle, con cierto tono británico, frente a un Juan Erasmo Mochi serio y aburrido. Las chicas prefieren un tío guapetón y trajeado, aunque soporíferamente aburrido, al fantástico Micky, para el que la vida es sencilla y alegre, baila de maravilla lo moderno y todo fluye sin problemas. Todas las canciones que oímos se compusieron para la peli.

La presentan antes Jesús Yagüe, su director, y el propio Micky. Jesús nos cuenta que fue un encargo con un guión de mierda que cabía en un folio y con los actores ya escogidos sin ni siquiera tener personajes para ellos. Desarrolló el argumento con un amigo y se basó en Qué noche la de aquel día, salvando las diferencias insalvables, para éste y el montaje. Una vez acabado el rodaje, él montaba por la mañana y el productor hacía otro montaje por las tardes. El resultado, para Yagüe, fue una de mis peores películas, y eso que no hice ni una buena. Fue un fracaso de crítica. Pese a ello la escogieron para representar a España en el Festival de San Sebastián porque era alegre y divertida, sin ningún contenido social.

Micky le da un aire más optimista a la presentación. Nos cuenta que gente popera de la siguiente generación, como Alaska y amigos, hablaban maravillas sobre la peli. Cuenta unos cuantos chascarrillos ayudado de sus ojos asombrados y Jesús termina diciendo que el no volverá a verla, pero que si a alguien le gusta, que le cuente por qué.

Cenamos después en La Inquilina, en Ave María, Lavapiés, un paté de alcachofas y unos molletes de salmón ahumado con aguacate, con unos precios razonables (no noto diferencia con Bolaños). Allí dibujo a Justo, que parece salido de otro barrio y da una idea de los cambios acaecidos en Lavapiés en los últimos años. Él se ve con mucho parecido a su padre. Supongo que él se le parecerá mucho y todavía no ha asimilado que ya ha llegado a la misma edad de la imagen que tiene de él.

El barrio está alegre y hormigueante. Se charla en los bares y sus terrazas. Será un buen invierno.

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