sábado, 15 de junio de 2019

a león

 

Carlos nos lleva con su Clio a Ciudad Real. De allí salimos en tren a Madrid. Un autobús nos lleva a Nuevos Ministerios, para coger el metro a Chamartín. Se pronuncian las palabras esconce y socarro.   En la estación nos juntamos con Antonio y hacemos cola delante de una máquina que mira el interior de las mochilas. La hebilla del cinto hace que eso pite y me convierta en un delincuente. Estábamos deseando llegar al tren para zamparnos los bocadillos. El tren va muy deprisa. Veo unos pinares casi volando mientras Carlos se traga varios capítulos de una serie en su móvil. Valladolid, chopos verticales muy altos, enseguida Palencia en la meseta plana.

Vemos los primeros leones al cruzar el río Bernesga. Son dos esculturas amenazantes al inicio de las dos barandillas del puente. Recorremos León hasta la Plaza Mayor, donde está nuestra pensión. Lo único apetecible de ella ese balcón a la plaza. Cogemos las credenciales el albergue de San Francisco, con unas instalaciones mucho mejores que nuestra cutre pensión. Vemos San Isidoro, donde rezan el rosario, el exin castillos de Gaudí y el Palacio de los Guzmanes, pinto algunas gárgolas del patio, la Catedral, con su míticos hombres verdes, la farmacia Merino y un montón de bares. Probamos la cecina en el Camarote Madrid, la riquísima morcilla de La Bicha, donde llegamos a una entente cordial con el dueño, distintas croquetas de El Rebote y finalmente unos digestivos en el Mamá Tere. Y nos acostamos pronto, pues mañana hay que madrugar.

Gracias a Alfonso por sus recomendaciones.

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