martes, 13 de noviembre de 2018

de corfú a patra


Hoy es un día bonito, con una luz especial.

Nos despedimos de mi calle favorita, Xenofontos Estratogou, del barrio del puerto, con un buen desayuno en nuestra terraza favorita. Aquí todo el mundo está delante de un café y un vaso de agua. Incluso en las terrazas nocturnas, en bares con música, los chavales pelan la pava delante de un café y un vaso de agua.

A las diez cogemos el ferry de vuelta. La ciudad se va alejando custodiada por sus fuertes. Salimos de Igoumenitsa traspasando sus montañas por la autopista. después nos salimos a la carretera de la costa, encadenando valles y más tarde un delta, y luego el golfo de Prevenza. Allí, en Prevenza, paramos a comer. Es una ciudad divertida, con mucha animación local y cero turismo. Paseamos por su calle principal y por el paseo del puerto. Allí un camarero super simpático, nos ofrece todo tipo de pescados y nos pasa a la cocina para verlos. Optamos por unas sardinas y calamares bastante ricos, y a muy buen precio. Después nos obsequia con un bizcocho de chocolate. Nos ha puesto una mesa al sol y estamos en la gloria. Deberíamos quedarnos unos días, pero pronto nos comería la rutina. Rodeamos la bahía hasta Anfilochia, en la diagonal, con un sol espléndido y feliz, como el de Prevenza. Las casas están dispuestas en escalones como en un teatro griego, donde el escenario es el puerto. Aquí cogemos la A5 hasta que nos salimos en Mesolongi, donde paseamos por el puerto de pescadores de anguilas y por el jardín de los héroes, lleno de tumbas y estatuas de poetas y soldados, entre ellos Lord Byron, inmortalizado con su famosa vestimenta oriental, que murió aquí de fiebres en 1824.

La A5 cruza por un enorme puente, y cualquier vehículo puede hacerlo por 13,30 euros. En un momento estamos en la Península del Peloponeso y, enseguida, en la tercera ciudad más poblada de Grecia: Patra. Con también muchísimo ambiente local y cero turismo, los chavales pasean por la calle comercial de San Nicolás hasta el puerto, y más aún por su perpendicular Riga Fereou. Todas las terrazas a tope con sus tazas grandes de café y su vasos de agua. Nada de restaurantes turísticos, solo cafeterías y locales de comida basura. Cenamos pues como el culo, y nos recogemos prontito, hartos de ver jóvenes con las mismas poses y ropa, pantalones rotos y altos de pitillo y zapatillas, que en España y, supongo,que en el resto del mundo.

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