viernes, 25 de mayo de 2018

la otra cara: los negocios

Las posibilidades de un Parque Natural tan poco conocido y explotado a una hora de Madrid, gracias al Avant que para en Puertollano, hace que las agencias de turismo sostenible de la zona revoloteen como buitres. Ellos quisieran infrestructuras. Quisieran ovejas siempre dispuestas al esquile, bares con un menú de gastronomía típica, rutas accesibles, un centro de interpretación, alojamientos confortables, aldeanos que sepan tratar a los turistas. Y yo me imagino a los ganaderos en una majá de tramoya esquilando ovejas entrenadas y medicadas contra el estrés, exhibiciones de perros pastores, dramatizaciones de actores peludos con pieles de carnero dibujando en las cuevas, falsos mineros en las galerías de la hoz del Chorrillo. Sé que exagero, pero no puedo dejar de recordar en lo que se ha convertido la vida de los Uros en el el lago Titicaca, como otros pueblos y culturas marginales: en un espectáculo para turistas. Y sé que aunque se hable de ecoturismo tiene sus peligros. Y que la intervención sobre los corredores ecológicos de Rafa (demasiado técnica para el momento) ha suscitado burlas. Los econegocios son balanzas en las que, cuando el platillo de los negocios empieza a pesar, el platillo ecológico flaquea.

Lo importante para mí es la población, el impacto real sobre ellos, si realmente ayudará a su fijación. Pudiera ser que finalmente el Centro de Interpretación se instalara en Puertollano (fuera del Parque y absolutamente contaminado por Repsol) o Fuencaliente (ya en los límites, pero con una hostelería muy desarrollada por la caza), que las agencias fijen allí sus delegaciones y que sus guías sean foráneos especializados que tengan que estudiar rutas y costumbres, y que los mestanceños solo consigan un cambio de vida, no necesariamente a mejor.

De eso se está tratando ahora; por eso es para mí desastroso la falta de interés general de los vecinos, que apenas si han participado y han dado su punto de vista. Estamos en el germen de algo que tiene que ser consensuado y de lo que depende el futuro de estos pueblos en el último tramo de su existencia. No vale quejarse en los bares de lo que se está haciendo, hay que hacerlo entre todos.

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