jueves, 28 de septiembre de 2017

fernando



Llega un momento en que perdemos los lazos con el mundo. Nos vamos separando de los amigos y de la familia. Todo el mundo sigue su vida. Y nos vemos ahí, solos, tomando un café con leche en un pueblo extraño. Entonces llega él y te pone ese digestivo. Te lo acerca con cariño hasta la mesa. Incluso te invita. Te demuestra el respeto que tiene hacia lo que haces.

No hay muchas cosas más de agradecer que un aliado en un país extraño. Alguien unido con ese lazo invisible que une a la gente en la distancia. Esa gente que te hace la vida más fácil.

Gran parte de mi vida la he pasado en los bares, y hoy ha muerto uno de esos camareros que más quiero, con el que he pasado muchas tardes. Siempre me ha tratado bien, con afecto y respeto. Y lo siento como un pinchazo en el alma. Como una gran pérdida en el ejército aliado.

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