miércoles, 17 de agosto de 2016

erudición de burton sobre la marihuana

Tanto el árabe Banj como el hindú Bhang derivan del antiguo copto Nibanj, que da nombre a una preparación de cáñamo (cannabis sativa o indica) y es fácil reconocer en el homérico Nepenthe. Al-Kazwini hace valer el término por "cáñamo de jardín" (Kinnab bostáni o Shádanáj). Por otra parte, no son pocos los que aplican el vocablo al beleño negro (hyoscyamus niger), tan utilizado en la Europa medieval. Kamus, evidentemente, significa beleño, claramente diferenciado del hashísh al-haráfish, "la hierba de los truhanes", es decir, la hierba pantagruelina. El Alfáz ADwiya (en su versión francesa) explica Tabannúj como "endormir quelqu'un en lui faisant avaler de la jusquiame" ("dormir a alguien haciéndole tomar beleño"). En el lenguaje actual Tabannuj es el equivalente a los anestésicos que se administraban entre nosotros antes de una operación quirúrgica, un amortiguador del dolor, como la mirra y tantas otras drogas. A este fin se utiliza siempre cáñamo (yo, al menos, no he oído hablar del beleño); los diversos preparados de esta droga se venden en un bazar especial de El Cairo. Véase "el polvillo de la maravillosa virtud" en Bocaccio, III, 8 y IV, 10. El uso del Bhang data sin duda de los albores de la civilización, cuyos primeros placeres sociales debieron ser embriagadores. Heródoto (IV, 75) nos presenta a los soycienses quemando las semillas (hojas y cápsulas) como liturgia y embriagándose con el humo, tal como hacen los bosquimanos de África del Sur en nuestros días. Esa debió ser la primitiva forma de fumar (así encontró fumando Cristóbal Colón a los primeros taínos): aún persisten dudas acerca de si se utilizaban pipas o no. Galen menciona también la intoxicación con cáñamo. Entre los musulmanes, los persas adoptaron la libación como un alucinógeno y alrededor de nuestro siglo XIII, Egipto, que inició esta práctica, introdujo cierta cantidad de preparados de los que se irá dando noticia en estas Mil y Una Noches.

Richard Burton, nota 60 de su versión de las Mil y Una Noches. Ediciones Siruela 1985

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