miércoles, 28 de enero de 2015

pablo neruda en isla negra


…La casa … No sé cuando me nació… Era a media tarde, llegamos a caballo por aquellas soledades … Don Eladio iba delante, vadeando el estero de Córdoba que se había crecido …Por primera vez sentí como una punzada este olor a invierno marino, mezcla de boldo y arena salada, algas y cardos…Aquí, dijo don Eladio Sobrino (navegante) y allí nos quedamos. Luego la casa fue creciendo, como la gente, como los árboles… Pablo Neruda

Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto, nacido en Parral el 12 de julio de 1904 de maestra de escuela y obrero ferroviario y recién llegado de Europa, encontró su sitio allá por el año 38 en la costa de piedras negras de un lugar llamado Las Gaviotas, en El Quisco, en la costa central de Chile. Allí vivía Eladio Sobrino, un antiguo navegante español que recaló en la zona tras el hundimiento de su buque en Punta Arenas, en un terreno con preciosas vistas al mar y una cabaña de piedra.

El Océano Pacífico se salía del mapa. No había donde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana.

En el invierno de 1943, con el arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias, el poeta inició una serie de ampliaciones que terminaron en marzo de 1945. En ese tiempo no era fácil construir en aquella zona: había que transportar todos lo materiales en carretas de bueyes que debían cruzar por vados el estero de Córdoba. La primera intervención importante fue la torre sin techo, con reminiscencias de la arquitectura europea mediterránea. Posteriormente el poeta la techó para dejarla como las torres de las casas de Temuco, la ciudad en la que pasó su infancia.

Y creció como un árbol del que colgaban mascarones de proa, réplicas de veleros, barcos embotellados, caracolas marinas, dientes de cachalote, botellas raras, zapatos antiguos, pipas...

Su amigo Sergio Soza proyectó las nuevas ampliaciones a partir de 1965: los arcos que unen los cuerpos de la casa, y los recintos que albergan la sala del caballo y la Covacha. Éste era un espacio en el que el poeta se recluía a escribir. Le puso techo de zinc, para escuchar el canto de la lluvia y evocar, nuevamente, las sensaciones de la casa que habitó en su niñez, en el lluvioso sur de Chile.

En la casa de Isla Negra, Neruda escribió parte importante de su obra literaria, reunió allí la mayoría de sus libros y también ejerció la hospitalidad, que es otro de los legados de su infancia sureña.

El poeta siempre festejaba las fiestas patrias. A pesar de la situación que vivía el país, luego del golpe de estado, el 18 de septiembre de 1973 llegaron algunos amigos hasta Isla Negra. Pero sólo traían noticias alarmantes.

Al día siguiente Neruda, ya gravemente enfermo, fue llevado en ambulancia a la capital, desde donde sólo volvería a Isla Negra en diciembre de 1992, cuando sus restos fueron trasladados allí, junto a los de su esposa, Matilde Urrutia. Este funeral se realizó con todos los honores que merecía el poeta, y con asistencia de las máximas autoridades de la nación. Se cumplió así la voluntad que Neruda había expresado hacía casi cincuenta años en su poema “Disposiciones” de Canto general:

Compañeros, enterradme en Isla Negra, 
frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras 
y de olas que mis ojos perdidos
no volverán a ver...


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