jueves, 13 de febrero de 2014

último paseo por el cairo



Hoy vamos a la Sociedad Geográfica, punto de encuentro y alojamiento de los exploradores europeos que buscaron las fuentes del Nilo y la tumbas de los faraones. En el Museo Etnográfico, muñecos articulados para el teatro de sombras, una vitrina repleta de juguetes como muñecas de barro y sus moldes y las que compré a las niñas de Luxor, carricoches de madera, muñecos articulados serrando. Hay una sala dedicada al Canal de Suez y una sala de lecturas de mesas inmensas. Estamos un tanto mosqueados porque para entrar nos quitan los pasaportes y luego busca tú al militronchi.

Recuperados, recorremos la Ciudad Jardín, a la orilla del Nilo, con bonitas casas de principios del XX que ahora son embajadas y bancos. Aquí hay una tranquilidad que no existe en el resto de El Cairo. Con mucha vegetación en sus calles curvas. Pasamos el puente a la Isla de Roda. El Palacio Manial, construido de1901 a 1933 por Mohamed Alí Tufik en estilo neoislámico, tiene una vivienda cargada de artesonados de madera y azulejos en la torre y cuarenta habitaciones alrededor de un patio lleno de trastos, una mezquita y una sala de trofeos con cabezas y animales muertos y un cuerno de ballena narval que dice ser de unicornio. Todo esto da repelús. También vemos una escalera de caracol alrededor de una columna octogonal con las marcas de los niveles del agua que se usaba para medir las subidas del Nilo antes de construirse la gran presa y que llaman nilómetro.

Comemos en la sala acristalada del Riche servidos por camareros con chilaba azul turquesa y amarilla, hojas de parra y pichones rellenos de arroz, ensalada con mucho ajo, pasta fresca, dos birritas y un té. El sitio es muy agradable y decadente, y está lleno de fotos de gente famosa entre las que vemos la de Naghib Mahfuz con sus enormes gafas. Terminamos tarde de comer, nadie tiene prisa por largarse.

En la calle entre Talal-Harb y la Ópera recorremos escaparates paseando a la antigua. El Cine Metro, el Café Excelsior, heladerias con riquísimos helados de pistacho. Compro cassettes de música que el chaval me pone a oír entusiasmado. Me dice que los cedés son demasiado caros mientras no encuentra suficientes dedos para teatralizarlo. Es ahora, al final, cuando más a gusto nos encontramos, cuando menos percibimos tanta contaminación. Ya pensamos en volver sin habernos ido.

Terminamos en el café Excelsior con sus enormes ventanales a la calle. Las parejas sonríen, ellas con sus ojazos maquillados como Cleopatra.

3 comentarios:

  1. Ya sabes que tus diarios me parecen tesoros inalcanzables y maravillosos y es un lujo y un placer poder acercarme de vez en cuando a ellos gracias a este estupendo rincón ilustre e ilustrado. ¿No te ánimas a compartirlos en directo el 5 de Abril?.

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    1. Gracias Clara. No he respondido a tu email porque no lo tengo claro. No sé si podré ir a Madrid, está muy centrado en el dibujo y no soy muy sociable. Ya veré. Gracias otra vez.

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  2. Sería un placer volver a compartir en directo tu dibujo y tu persona. Bss

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