miércoles, 8 de enero de 2014

retiro de madrid


Cuando subimos la cuesta, están comiendo entre libros, sacando pasta de los táper. Perdone por la interrupción, dice una clienta a un librero con los mofletes hinchados. Arriba está mi casa favorita, con esa extraña cúpula traída una noche de las mil y. También comen en el huerto, entre cardos, lechugas, repollos y acelgas. Los pinos tan altos y retorcidos parecen nubes verdes apoyadas en las muletas oníricas de Dalí. Vemos a los patinadores frente al ángel caído, con una de sus alas que aún sobrevive, ensayan posturas que parecen imitarlo. Benito Pérez Galdós sentado en la rosaleda y el palacio de cristal lleno de aire como un globo, y los patos. Pintura fresca y fuerte. Las barcas en el estanque hoy tranquilo. Paseos pisando hojas y, más tarde, un café con leche al otro lado, en esos barrios bonitos, limpios y aburridos donde viven los ricos.

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