miércoles, 25 de septiembre de 2013

viaje a portugal en el 2000


Sábado 23 de Septiembre: Madrid - Cáceres. 

Despistados como siempre, nos dejamos la bolsa de la comida. Los apartamentos de Porto Covo están pillados, así que decidimos dormir en Cáceres, que Beni no conoce. Pillamos una habitación en la Residencia Zurbarán por 5.000 pesetas, en el centro. El casco viejo está lleno de bodas de tulipas y gasas. Caen unas cervezas en la Plaza Mayor con migas y callos. Alguien da voces con un micro y una pesada no hace más que hablar de su ex. Ahora cantan Señor ven a mí, yo quiero vivir en ti. La vida corre de aquí al Paseo de Cánovas hasta la calle Pintores y viceversa. A partir de medianoche empiezan a llegar jóvenes con bolsas llenas de botellas, inundan las escaleras de entrada al casco viejo y luego toda la plaza. Nunca había visto tanta gente chaspando tan incómodamente. Cuando empiezan a apretarnos, no vamos.
El techo de la habitación es abovedado, me pone. La habitación es limpia, aunque encuentro un chicle pegado en el cabecero de la cama. En un acto amoroso, pego mi chicle al viejo. Ahora dormiré feliz.



Domingo 24: Cáceres - Valencia de Alcántara - Porto Covo. 

Valencia es un pueblo agradable con castillo de origen árabe reconstruido en el XVIII. Casas antiguas encaladas con bóvedas de crucero en los bajos. Grande, con cines y bancos para cambiar moneda. ¿Un cafelino? nos pregunta el camarero de la cafetería panadería pastelería del Barça y del Español. Hablan de una señora de 105 años que sale todos los días a la calle, la madre del lotero.
En Santiago do Caçem vemos las ruinas romanas de Miróbriga, en buen estado
En Porto Covo, volvemos al Miramar. En el restaurante del puerto han tirado la terraza de madera y la están haciendo de cemento con unas columnas horrorosas. Pedimos un arroz de tamboril, un pez parecido al mero o el pez espada. El sol se pone detrás del Océano Atlántico y la camarera nos enciende una vela. El queso es excelente. La dueña se acuerda de nosotros. Dice que la obra es legal legal mientras hace el gesto de estampar un papel en la pared. Tendréis que venir en invierno a dibujar mi nueva terraza, dice. El pâo es esponjoso y el café riquísimo. Me bebo a la fresca dos cubatas de ginebra con Sprite que me están como la Gloria.


Playa de Porto Covo


Lunes 25: Porto Covo - Vilanova de Milfontes.

Nos bañamos en la playa hasta la hora de comer. Los precios son más caros que en invierno. Compramos pescados del día en el mercado: cuatro sargos y unos besuguitos. Comemos en el quiosco de la playa. Han puesto un sombrajo en el patio. El camarero es el mismo, un pardillo educado en un colegio portugués tipo chupete, con una calva tapada con un arduo curro de repeinado con el resto de pelo, camisa de cuadros bien planchada y metida en el pantalón. El restaurante es una casa preciosa de madera. Comemos muy bien. Después bica y digestones. En esta felicidad no puedo dejar de acordarme de los soldados portugueses que luchan contra las milicias en Timor Este.

 

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