sábado, 9 de marzo de 2013

a buenos aires



Los argentinos, por esta parte, ya han perdido toda posible mezcla con indios, como pasa en Misiones, y son todos una amalgama rara de europeos. Les gusta hablar alto y carecen de eso que nosotros llamamos humildad. Aquí no hay turismo, sólo nacional, así que nosotros también somos argentinos raros con otra tonada. Si en Posadas pudimos ver su sentido del humor (el cobrador del bus que al recibir todas mis monedas me dijo que la compañía no aceptaba moneda paraguaya o la de la librería que al no darle monedas sueltas porque aún no las conozco me dijo pues aquí tiene unas cuantas piezas más). Sigue habiendo gente muy agradable pero notamos una diferencia.


El caso es que esta mañana nos lían y enredan de mala manera y no hay forma de coger un colectivo a la terminal. Pillamos un remis y, más tarde, un bus muy cómodo a Buenos Aires. Todo el camino es sobre las tierras anegadas del Río Paraná. Bastante crecido, tanto que las casas están medio cubiertas, las vacas metidas en el agua hasta la barriga, y los caballos, ¡y la gente!. Algunas casas de madera están levantadas como palafitos y hay muchas garzas picoteando entre las vacas. La carretera está elevada unos dos metros y, en dos tramos largos, sobre puentes colgantes.

Llegamos a Buenos Aires, nos sentimos bien como quien llega a casa. Cogemos el 146, aquí hay que llevar moneda suelta para el bus, pues el boleto lo expende una máquina. Plaza del Correo, Parque Colón, La Casa Rosada, y Plaza de Mayo, donde las madres con pañuelos preguntaban por sus hijos desaparecidos. Paramos en la calle Bolívar, en el mercado de San Telmo, a una cuadra de la plaza. Nos gusta este barrio de calles adoquinadas y bares viejos, un tanto destartalados, recuerda un poco a la zona de Cascorro y Latina. Cogemos un hotel en un edificio neoclásico: el Hotel Bolívar. La escalera sube por un torreón circular y tiene un patio fresquito. Nos dan una habitación grande un poco desconchada, pero limpia, que da al patio. Mientras Beni descansa yo me siento en el patio.La temperatura es muy agradable: 27 grados.


¡Había olvidado lo bonito que es Buenos Aires! Siempre he usado el tópico de lo parecido que es a Madrid olvidando qué es mucho más interesante (ellos dicen que se parece a París). Sólo en la calle Perú veo bastantes murales chulos, tiendas antiguas, cafés preciosos, librerías de usados, restaurantes de principios del siglo XX como el Querandí, bares pulquerías como El Federal -del estilo del Británico-, galerías alternativas, el exconvento de los franciscanos con sus túneles de los siglos XVII y XVII, teatros clásicos, salas de baile -Museum, de estructura de hierro remachado-, plazas circulares como la de Roca con el Palacio Legislativo al lado -con su torre de reloj-, y la gran peatonal de Florida, con grupos de música, artesanos tirados en el suelo y bailadores de tangos: un paseo impresionante de una hora.


Luego paseo con Beni. Nos colamos al claustro de los franciscanos donde hacen una representación de guiñol de su Revolución de Mayo. Vemos las actuaciones callejeras en Florida y acabamos en el bar El Federal comiendo ensalada. Estaba equivocado: se parece al Británico sólo estéticamente (la estética de las antiguas pulquerías, que eran tiendas y bares a la vez), pero el ambiente es pijo y es más caro. Después vamos a la Plaza de San Telmo por Umberto I, el ambiente es cojonudo. En la plaza nos sentamos en una terraza mientras vemos a una senegalesa bailando. Esta plaza es la leche. Todo lleno terrazas con música en vivo (algún cantaor flamenco) y hippies tocando el bongó en las aceras. Nos bebemos una jarra de a litro con unas bolsitas de maní y me dibujo el panorama. A las doce nos vamos (clavada) felices de vivir a una cuadra y no tener que precisar movilidad. De paso vemos el La Coruña o el Pedro Telmo, tan bonitos o más que los otros pero con ambiente del Palentino. Alfonsito, esto te va a gustar!

 

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