miércoles, 22 de agosto de 2012

hacia la costa este de isla vancouver


Hoy, al gallo, los cuervos y el pájaro azul de la cresta, se les añade un nuevo pájaro que canta como si tocase una sola nota de flauta. Entre el techo y la tienda han acampado mogollón de arañas. La niebla es la culpable de ir siempre mojado, de que todo el mundo lleve viejas máquinas mecánicas para hacer fotos y de que usen luz de gas. Hoy el sol la ha tumbado. Pongo las pilas y la cámara a secar. Yo también me recargo.
Ayer entró algún animal (¿un oso, la cabra?) en la tienda y se comió todas las existencias. Eso me ha decidido a levantar el campamento y subir por la costa este. Hay un camino que atraviesa las montañas y llega al Lago Cowichan, pero esta moto es incapaz de subir una cuesta. Me voy rodeando la costa. Echo gasofa en Sooke, me miran el aceite (llegarás a Victoria, me dice sin saber que me estoy alejando) y como en una terraza, pescado rico.

Un poco de relax. Esto es Chemainus Bay, el camping Holiday Trails. Me he duchado ¡con jabón y agua caliente!, y bañado en la piscina. Esto es la Civilización: agua potable en grifo, restaurante con menú diario... Los vecinos tratan de partir la leña con una sierra. Les ofrezco mi hacha. Quatermain, Allan Quatermain.

Chemainus tiene su origen en la mezcla de los curritos chinos que movían los maderos a los barcos, japos,  buscadores de oro escoceses y alemanes, y los indios del valle de Cowichan. Ahora es un pueblo lleno de murales en las calles, en que cuentan su historia, como atracción turística. El súper es barato y cargo con 20 dólares de zampa. Tengo más comodidades, pero he perdido paisaje y magia. Esto no es más que un claro entre abetos. Me siento en un banco de madera y saco mi merecida copa de brandy. Hay carteles de búsqueda de un tal Kevin Louis, un asesino armado peligroso, con autocaravana, gafas y un tatuaje en cada brazo. Éste, es capaz de colarse en mi sueño y hacer un estropicio.

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