lunes, 15 de agosto de 2011

16may09 hanoi




Me despierta el altavoz de un vendedor al más puro estilo bolañego. Soñaba con la gente de San José: Rafita, la Rosa y otra chica que me había comprado unas cristalizaciones , de las que todo el mundo se empleaba. Yo era el turista con pasta que venía de Madrid.
Desayunamos con una familia neoyorquina. Ella habla castellano y es muy simpática. Nos dice que antes iban mucho de turismo a España pero que ahora es muy caro para  ellos. Nos recomienda el Hanoi Garden para comer. Su hijo nos recomienda hacernos un traje en Hoian (¿Para qué quiero yo un traje?).
Paseamos por el Templo del Monte de Jade, en el Lago de la Espada Restituída, con cultos budista, taoista y confucionista, un lugar recogido y hermoso, con acceso por el puente púrpura, de madera. En una heladería nos dicen donde coger el bus 14, que nos lleva al Museo Etnológico. Está muy bien, pero dejan fotografiar y apenas dibujo. Muy interesante la colección de muñecos de madera, las llamadas marionetas de agua, con los brazos articulados. También las distintas recreaciones de la forma de vivir de las distintas etnias del país, fuera, en el jardín. El calor agota.
Edificios franceses de vuelta en el 14, con el aire puesto es la mejor forma de pasear. Venta de bonsais, gente muy joven, monjas en moto, peluquerías en la calle, colegios, la catedral y otra vez el lago.
La calle de la percusión: tambores de madera, bidones, bombos, xilófonos de bambú, cajas de madera y gongs de todos los tamaños. También el Café Bistro Golden Drum, donde nos bebemos una Halida fresquita debajo del ventilador gigante. Me marea esta alta humedad. Parece común llevar dos móviles, con los que oyen música. Desde el balcón vemos, como Heráclito, pasar este río de gente. El mismo río, distinta gente.
El Hanoi Garden es un restaurante apañao con palmeras en el patio interior, pintado con colores fuertes amarillos y verdes. Delante de un ventilador nos comemos una ensalada de raíces de loto con crevettes, cerdo con setas (que se sale, aunque Beni no acaba de ser feliz con la comida) y una tarrina de barro con berenjenas guisadas con carne de cerdo picada. Riquísimo todo regado con tres Saigón bia de medio litro. En una pared cae una cascada de agua fría que refresca bastante.
Siesta y marionetas de agua. Lo que más me gusta es la música y la forma de tocar los músicos. Es una representación naif de pequeñas historias que duran lo que una canción. Son tan simples que las puede comprender hasta un niño español. La percusión va con los movimientos, la velocidad con el banjo y las campanillas y la melodía con las voces femeninas. Los personajes son los propios de la cultura del arroz: la elegante garza, el furioso dragón de agua, los peces juguetones que se ríen del pescador, la tortuga gigante, el tigre, el ejército de soldados del emperador, los recogedores de arroz, las danzarinas, las remeras y el búfalo de agua. Es un teatro inventado para ser representado en los campos de arroz, en el agua.

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