martes, 12 de julio de 2011

cuaderno de mestanza



 La cosa no puede empezar peor. Cuando pillo un personaje nuevo en Los Arcos (Panta), tiene una buena tajada y, después de la euforia de haberse descubierto dibujado en un cuaderno y habérselo enseñado a todos los clientes, le da el bajón y dice que cómo es posible que lo haya hecho sin permiso. Le digo nadie se ha molestado por ello. Me dice que no tiene carné de identidad por no hacerse la foto, que odia las fotos y más las caricaturas, que hoy hay muchas cosas raras, y a saber. Y tiene toda la razón del mundo, luego lo sacan en Internet y lo ven hasta en Japón (los cuadernos ya no son esos diarios personales que nadie veía). Le tacho la cara prometiéndole que se la taparé de negro; pero insiste en que se la emborrone delante de él.
El ambiente se pone pesadito y me voy a ver el edificio de las escuelas nuevas, que están acabando. No está mal, la maqueta debió de ser un cruce de dos tizas. Las paredes tienen muchas palabras grabadas a mano. Una colección de esas que ya no tienen sentido: libertad, amor, educación, cultura, amistad, energía, aprendizaje, economía, ecología, luz, emoción, creatividad...
Bajo al bar de la piscina. Gila ya se ha hartado y se ha sentado en un sillón a gruñir. Me bebo un refresquito de limón. Aquí sólo cuestan tres euros.
Luego dibujo la torre de la iglesia desde el solar que ha quedado después de tirar la casa solariega de los mellizos. Una gran casa con patio empedrado que ha quedado en nada. Desde la plaza vuelvo a dibujarla. Es curioso que las rehabilitaciones dejen los muros desnudos, sin su prenda de gala, dando una falsa idea de cómo eran antes (muy al gusto actual).
Precisamente hay una casa cerca que ha perdido el recubrimiento de la fachada y se ve perfectamente el trabajo de tapial. Grandes bloques de adobe con paja y escombro apisonado entre dos tablas, con una separación de ladrillo entre alturas. Los vanos de puertas  y ventanas están hechos con ladrillos y piedras regulares (con maderas en la parte superior) y también en las esquinas. Esto es lo que ahora, víctimas del turismo, estamos acostumbrados a ver. Y ellos, avergonzados de su impúdica desnudez.

2 comentarios:

  1. Pues el señor en negro ha quedado estupendo...y es que hay días en que uno no está para nada.

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