sábado, 14 de mayo de 2011

3ª feira, 12 maio, 2009: braga-campo de gerês



























Paso toda la noche limpiándome los mocos. Mi gran decisión: usar la camiseta de gran moquero. Me despiertan las campanas de la Iglesia dos Terceiros de Sâo Francisco, que le da nombre a la pensión Dos Terceiros. Desayunamos en una cafetería pija, con un papel aterciopelado en las paredes y sillas de plástico transparente. Dos galaos descafeinados y dos pasteles de crema. Chicas elegantes, con prestancia en los movimientos, gabardinas de diseño, móviles plateados y peluquería reciente. Capillistas, Plaza Conde de Agrolongo, Iglesia del Pueblo. El Convento es un edificio oficial bien restaurado, útil y bonito. En sus anchos pasillos, antiguas calculadoras y máquinas de escribir. Iglesia forrada de azulejos. Cara izquierda: martirios de santos. Estación del tren, arco de Porta Nova, en campo das Hurtas. Casas de piedra y bonitas naves/talleres. El concepto de Braga es el de una capital de provincias pija, la capital del Minho. En la relojería me colocan bien la pila del reloj, y se pone a funcionar. No me cobran. En el mercado compramos cuatro bollos de pan de agua, unos filetes empanados y unas manzanas. Con la comida a cuestas, nos vamos a la estación de autobuses. Algunos bobos no responden cuando se les pregunta. Campo de Gerês, puesto 7. Es un autobús de dos pisos de la compañía Transdev. Hay seis autobuses diarios a Campo de Gerês, y otros seis de vuelta. Nos ponemos en la primera fila del segundo piso. La vista es espectacular, mola la experiencia. Lo peor: no tiene cinturones de seguridad y está sucio.
Todo super frondoso. Amarés, Bouro, Gerês, Campo de Gerês.

Una vecina nos enseña una casa. Le pedimos un cuarto, pero nos ofrece toda la casa por 60 euros dos noches. Nos trae leña para la chimenea. En el cuarto hay calefacción eléctrica. A las cinco damos una vuelta hacia el pantano, hacia el norte. Una calle que acaba en escaleras, gran roble y bajo él una señora lavando la ropa. Salimos a una carretera donde ya se ve el pantano. Más abajo nace un camino que se interna en el bosque. Vistas impresionantes, bloques redondos de granito. Una cascada cae sobre el agua. Las montañas iluminadas a trozos rojos, rosas (brezo), amarillos, verdes... trato e dibujar subido a una esfera de granito. Grande. Preciosa vista los 360 grados. Al subir la cuesta, cojo ramas cortadas y piñas para encender la lumbre.
Con la chimenea encendida se está en la gloria. Nos sentamos en el sofá de enfrente. Miramos la lumbre con más atención que una peli. Al rato salimos a cenar. La dueña/camarera tiene la nariz metida, como si le hubieran dado un golpe. Todo es oscuro, con una luz mortecina, amarillenta. Dos galaos. Pasamos a un bar con un enorme televisor. Aquí no hay nada nítido, como si fuera un sueño. Esa luz amarilla sólo perfila las cosas sin ninguna nitidez. Los ademanes brutos de los clientes abofetean nuestra imagen de las pijas de Braga. Pido sopa y morcillas, mientras Beni hace carantoñas al niño chiquitín de la casa .

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